Desde el Ayuntamiento de Villamediana de Iregua os informamos de que el pasado jueves dimos a conocer los resultados de la campaña de excavaciones arqueológicas 2019 en la villa romana de la morlaca a los propietarios de las fincas donde se encuentra el yacimiento, acompañados del director del proyecto, Jose María Tejado Sebastián y su equipo de trabajo.
Esperamos poder compartir todos estos hallazgos con vosotros cuando las circunstancias lo permitan, porque entendemos como fundamental darlo a conocer para poder valorar, compartir y preservar este patrimonio que es de todas y todos los vecinos de Villamediana de Iregua.
A continuación, os dejamos un pequeño resumen de los resultados que pudimos extraer de la pasada campaña y esperamos poder compartir con todas y todos vosotros cuando la situación lo permita, tanto en una nueva jornada de puertas abiertas como en una charla informativa para todas y todos los villametrenses.
En primer lugar, en la zona de la necrópolis, denominada “El Santo” en la terminología villametrense, se comentaron las vicisitudes de la excavación, la detección de varias tumbas orientadas E-O, la selección de dos ellas para su excavación y los resultados de esas investigaciones. Se corresponden a la inhumación de una adulta (mujer) y al lado a una tumba infantil que no presentó huesos. Ello se debió a la escasa calcificación y mineralización de los huesos del pequeño que se descompusieron rápidamente en el sustrato terroso. La mujer por su parte (¿madre?), era una joven de unos 20 años o más, de una estatura de entre unos 1,50-1,57 m., tenía una buena salud oral y unos índices químicos y de isótopos en huesos bastante comunes y aceptables, fruto probablemente de una alimentación sana y equilibrada. Presentaba ajuar; agujas de pelo (acus crinalis) y demás elementos de adorno personal. La datación radiocarbónica es de finales del siglo III- principios del siglo IV.
En el segundo sector intervenido, pudimos comprobar el desarrollo del trabajo en el área de unos baños privados de la villa, detectando claramente la presencia de una piscina de agua fría (frigidarium), que presentaba dos escaleritas para bajar a cada lado, e incluso conservaba todavía el orificio del desagüe. Se conservaba en bastante buen estado de alzado y se pudo averiguar sus dimensiones y como tuvo que ser su aspecto en origen. Estaba recubierta (y reparada) con opus signinum, un mortero higrofugante especial para “impermeabilizar” la obra. Al lado, se pudo comprobar la presencia del hipocaustum, el lugar donde se calentaría el agua para el caldarium o piscina de agua caliente. Para esa fecha citada de finales del s. III-principios del siglo IV, ya estaría abandonada y amortizada.
Finalmente, en el sector tercero, se explicaron los procesos de excavación y registro arqueológico y documentación topográfica de un horno cerámico. Ahí se pudo comprobar como el horno, una vez abandonado y acto seguido, se utilizó de vertedero, tanto de cerámica, como de huesos (animales preferentemente, así como alguno humano). Toda esa basura se dató también en torno a finales del siglo III-inicios del siglo IV. Bajo él apareció la última carga del horno (tejas y ladrillos) que fue el motivo del colapso del horno. Fue construido pocos años antes, lo que nos indica un uso constante y habitual del horno.
Tras los pertinentes procesos de conservación, tapado de los sectores del yacimiento, se explicaron (con fotografía y dibujos) y exhibieron algunos materiales recuperados, explicando su contexto, datos, cuestiones de interés, etc. en una sosegada, fructífera e interesante charla informal. Una rueda de preguntas y dudas que hizo que la velada se estirase todavía algo más departiendo y comentando numerosas vicisitudes de la excavación. Un agradable broche para cerrar una interesante tarde.